¿COMO SE CONSTRUYE EL PROCESO DE SOCIALIZACIÓN? ¿QUÉ APORTA LA ESCUELA INFANTIL? ¿Cuándo empieza la socialización?
El niño-a es un ser social desde la concepción y la vida intrauterina y por supuesto en el nacimiento
En el momento de nacer sufre la pérdida repentina de cuatro de las cinco partes de esa unidad indiscriminada intrauterina de su cuerpo: cordón, placenta, útero y líquido amniótico. Esta situación produce en cada criatura emociones arcaicas, angustias catastróficas que han descrito autores como D. Winnicott, D. Anzieu, angustia de pérdida del cuerpo, de disolución de los límites, fragmentación, y se añade la fuerza aspiradora de la gravedad. Estas angustias sólo pueden ser neutralizadas porque afuera hay una envoltura protectora (los adultos que anidan a esta criatura) que amortigua el impacto con el mundo exterior, contiene, retiene las partes dispersas, unifica, sostiene, cohesiona.
Wallon afirma que el niño-a desde que nace es un ser social, necesita de un OTRO para que pueda existir un YO. Y junto con BOWLBY, señalan que desde el momento del nacimiento cada criatura posee un rico repertorio de actitudes expresivas (sonrisa, llanto, la mirada, el gesto…) que le permite establecer relaciones recíprocas con el medio social, condición para el crecimiento de la persona. Bowlby le llama a estas relaciones vínculo de apego. Describe las conductas de apego como esas que el niño utiliza para disponer la proximidad o alejamiento del adulto. La finalidad del vínculo de apego es garantizar a cada niño-a los cuidados del adulto y además, sostener la posibilidad de conexión con el mundo.
La neurociencia ha confirmado que el mayor desarrollo cerebral se produce después del nacimiento. En la Primera Infancia la red neuronal se conforma de manera extraordinaria y el ambiente, juega un papel crucial en el desarrollo de la arquitectura cerebral, en las conexiones neuronales. A los dos años el cerebro tiene el doble de conexiones sinápticas que un adulto. A los diez años este crecimiento está completo muriendo las sinapsis no estimuladas.
Las interacciones entre el adulto, quien se dispone a alojar al bebé, y el niño, quien necesita ser alojado, implican acciones recíprocas, mutuamente transformadoras, ambos son agentes activos en las mismas, la interacción constituye un sistema de ajuste mutuo, la conducta de uno incide en la del otro. La respuesta del adulto tiene en cuenta el deseo del niño, porque le acepta como interlocutor válido.
Estas transformaciones se vivencian en el cuerpo, interactúan mediante la comunicación tónica, en el tono muscular, a través de gestos, miradas, sonrisas, movimientos… El espacio de diálogo que supone la interacción entre el adulto y el niño es en principio DIÁLOGO TÓNICO.
El diálogo tónico es tal, porque para que se produzca son necesarios dos interlocutores ambos participantes activos en esta comunicación no verbal. El niño desde el nacimiento cuenta con una organización neurobiológica propia de la especie humana, y de la capacidad de generar un complejo sistema de comportamientos que lo habilitan para satisfacer sus necesidades físicas, emocionales… Que haya ausencia de palabra no significa que el bebé no comprenda, lo hace desde la prosodia de la lengua, utilizando su capacidad para interpretar las producciones corporales de los otros: los gestos, las miradas, las variaciones posturales, los diversos matices y tonalidades de la voz, es decir toda la información no verbal. El niño es sensible a esta información y reacciona a nivel tónico postural y emocional, logrando establecer una comunicación fluida con el ambiente más próximo. El diálogo tónico prepara al niño para lanzarse a la expresión verbal.
En esta situación de sentirse sostenido, escuchado en un entorno que reacciona a sus señales, a sus acciones, es lo que le permite construir la confianza básica en los que le rodean, y pueden sentir el placer que le produce vivenciar la afectividad y la proximidad psíquica de un adulto que le quiere y que está disponible para él y sus necesidades. Cada momento de interacción entre el adulto y el niño-a deja huella en el psiquismo en formación, cuanto mayor cantidad y calidad de huellas positivas, placenteras se establezcan en el psiquismo temprano del niño, más armónico será su desarrollo.
Estas son las bases de la socialización, la experiencia placentera de la relación con el otro.
La socialización es un proceso que los niños y niñas desarrollan en fases con el acompañamiento de adultos referentes para ellos y que les sirven de modelo.
¿Cómo acompaña la escuela infantil u otros contextos de socialización entre iguales el desarrollo de este proceso?
PILAR GARCÍA SANZ