
LOS MORDISCOS DE LOS NIÑOS Y NIÑAS ENTRE UNO Y DOS AÑOS ¿POR QUÉ MUERDE UN NIÑO O UNA NIÑA?
Ha comenzado un nuevo curso y muchos niños y niñas pequeños han iniciado su primera experiencia de socialización, han pasado de estar en casa con algún familiar a incorporarse a un contexto de escuela infantil, y con ello van a iniciar una experiencia de convivencia con otros niños y niñas. Esta experiencia va a ser muy gratificante, les va a ayudar a crecer, van descubrir que los otros tienen deseos y necesidades distintas a las de él o ella, pero a la vez, por lo que aprenderá de la mano de un adulto respetuoso con el proceso social del niño, a negociar, a ceder, a defender lo suyo, a escuchar y a ser escuchado,… y también a que hay LIMITES que no se pueden traspasar, como es el caso de la agresión.
¿Por qué muerde un niño o niña?. No sabemos las razones particulares por las que cada criatura realiza las distintas acciones, para ello, tendremos que observar a cada niño/a y descubrir en qué contexto lo hace, a quién, en que momentos,… para conocer la particularidad de esa criatura porque no podemos establecer generalizaciones que valgan para todos.
Lo que si puede ser generalizable es el sentimiento que nos provoca como educadores y educadoras estas expresiones de los niños y niñas cuando son repetidas: culpa por no haberlo podido evitar, juicio al niño/a mordedor e incluso como consecuencia cierto malestar en la relación con ese niño/a y no se le ofrece la respuesta que necesita, y por supuesto el temor a la reacción de las familias, que como es lógico no es recibido, en general con “satisfacción”
Pero para que los adultos podamos comenzar a entender porque los niños y niñas se expresan de esta manera, vamos a acercarnos a los hitos del desarrollo de las criaturas de estas edades y a la comprensión de la agresividad en los niños y niñas, de la mano de Francis Rosemberg.
Los niños y niñas desde muy pequeños sienten la necesidad del movimiento y de la acción y es por medio de ésta que el niño puede tomar distancia del adulto y afirmarse a sí mismo.
Esta necesidad de discriminarse del otro aparece muy temprano: alrededor de los 8 meses, puede abrazar a su madre e inmediatamente pegarle o morderla. Y más tarde, hacía los 2 años, etapa del negativismo y oposición, en la que con sus grandes posibilidades motrices, del lenguaje y pensamiento, busca afirmarse como sujeto autónomo.
Esto es lo que algunos autores llaman “agresividad primaria” que surge del deseo y necesidad de diferenciarse del adulto porque necesita comenzar el proceso de “individuación”, de la construcción de la propia identidad.
Por otro lado hasta los dos años, el niño se encuentra en la fase oral del desarrollo, es la oralidad la fuente principal de conocimiento, de placer y de satisfacción de las necesidades. En el segundo año de vida aparecen los dientes y la capacidad de transformar con ellos, masticar, morder… puede transformar más fácilmente los alimentos y los objetos y siente el placer de dominar, de atrapar con toda esa oralidad, como una forma de diferenciarse del otro y de construirse a sí mismo.
Cuando el niño/a descubre su poder de acción sobre su propio cuerpo y sobre los objetos y los demás, quiere ejercer ese poder para conquistar el mundo. Su deseo es “ser reconocido como sujeto activo”.
Esto supone para los niños y los adultos un conflicto que hay que saber resolver. Por un lado nos encontramos con la necesidad del niño/a de expresar la agresividad primaria como elemento de autoafirmación, pero por otro lado está la necesidad del adulto de poner límite a esta expresión sobre todo cuando el niño se encuentra cotidianamente en un grupo de iguales.
¿Qué PODEMOS HACER? ¿Cuál ES NUESTRO PAPEL PARA FAVORECER EL CONTROL DE MORDER?