¿ES POSIBLE UN SUEÑO TRANQUILO PARA EL NIÑO Y LA NIÑA Y SU FAMILIA?

Cómo favorecer que mi hija/o a descanse toda la noche.

¿Por qué mi hijo/a se despierta todas las noches entre cuatro y cinco veces, a pesar de dormir en nuestra cama y con la teta? No descansa, está irritado, nosotros tampoco descansamos, es una situación muy difícil ¿hay salida?; ¿Influye que el niño/a no tenga un espacio propio para dormir con un sueño alterado?; ¿Hay relación entre cómo pasan el día los niños y niñas y el sueño nocturno?

Para todas las familias que se preguntan si la situación de falta de descanso nocturno, por los despertares continuos de su hijo/a tiene salida, les tranquilizamos afirmando que, desde nuestro punto de vista, la tiene.

Lo que pasa por la noche tiene que ver con cómo la niña y el niño pasan el día. Mirtha Chokler afirma que el ambiente familiar de afecto y la actividad autónoma durante el día son las condiciones para el sueño tranquilo.

Siguiendo esta afirmación, se puede hacer una reflexión sobre la actividad autónoma de los niños y niñas, si los adultos que los acompañan promueven o no la posibilidad de que su hijo/a actúe autónomamente, es decir si les permiten que hagan por sí mismos, con la mínima ayuda necesaria, todo lo que puedan, que pongan en marcha el nivel de autonomía que corresponde a su nivel de desarrollo actual tanto en el movimiento como en el juego. O si, por el contrario, los adultos sienten que los niños y niñas les necesitan para jugar, para moverse… y no han podido establecer la distancia necesaria para que su hijo o hija pueda ir construyendo, desde la experiencia, la conciencia de ser una persona distinta de su madre.

Se aprende a ser uno mismo estando cerca de alguien, pero no pegado. El encuentro amoroso con otro le posibilita construirse como una persona. Pero también necesita un espacio propio, porque les ayuda a pensar por sí mismos, a resolver situaciones nuevas, buscar respuestas, desarrollar la inteligencia probando y probándose, y construirse a sí mismos.  De lo contrario, el adulto que provee “de todo” al niño le resta el protagonismo.

Las familias a veces consideran que para ser buenos padres tenemos que estar siempre con el niño/a y hacer algo con él todo el tiempo. Se da poca importancia a su actividad espontánea y a los descubrimientos que hace por sí mismo. Por ejemplo: “si se mete en un cajón y vemos que tiene dificultad en salir, y no podemos esperar, le cogemos y le sacamos ¿qué ha aprendido?”, “si ante la misma situación nos acercamos, nos ponemos a su altura, le vamos diciendo con la palabra o ayudando sólo en lo que necesite, desarrollará una imagen de sí mismo de persona competente. Para crecer de manera sana es imprescindible la autonomía.

El sueño está directamente relacionado con lo que estamos describiendo, si por el día el adulto está siempre presente, resolviendo, dando, poniendo, diciendo…, no podemos pretender que en el sueño se muestre diferente, porque el niño y la niña son una GLOBALIDAD. No ha vivido la separación y la experiencia que le proporciona que el adulto puede distanciarse, pero vuelve. El sueño es un abandono una pérdida de la conciencia y el niño se despierta para comprobar que su figura de referencia y el objeto que  lo “resuelve” todo, también está, la teta. No está tranquilo.

El sueño de los niños y niñas es posible que mejore si se les ofrece para dormir un espacio propio. Mientras están en la cama de los padres, conciliando el sueño sin desprenderse del pecho materno en la noche será más difícil dormir tranquilo. El niño no necesita “usar la teta” toda la noche. La teta es la fuente de alimentación, pero no puede ser el “chupete” con el que conciliar el sueño, o al que acude cada vez que se despierta. Es beneficioso para los niños alimentarse con leche materna, pero también es muy beneficioso un buen descanso porque durmiendo se consolidan las sinapsis neuronales. Es posible responder a ambas necesidades, rompiendo la asociación teta-sueño, ofreciendo la leche materna en el desayuno, después de comer, y mucho antes de ir a dormir. Esto facilitará un descanso tranquilo.

Sacar a los niños y niñas de la cama de los padres, también beneficia el descanso, pero es necesario hacerlo a través de un proceso:

  • Preparar el espacio, anticiparle, mostrárselo, en un primer momento será un lugar para dormir la siesta. El adulto acompañará con la palabra, con su presencia afectuosa y disponible. No engañarle, durmiéndole en brazos y que se despierte en un espacio no familiar, estar a su lado el tiempo que necesite, confiar en que el niño/a va a poder hacerlo sin impacientarnos. Los tiempos de los niños y de las niñas son distintos a los tiempos de los adultos.
  • Cuando tenga más o menos aceptado este momento, se le explicará que va a dormir en su cama por la noche ofreciéndole, igual que en la siesta, el acompañamiento y la confianza de que puede conseguirlo.
  • Crear un ritual que le ayude a aceptar y anticipar el momento: luz tenue, pequeña narración de un cuento… siempre propuestas tranquilas que ayuden a bajar su tono corporal para poder entrar en el sueño.

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