PINCELADAS PARA ENMARCAR LOS ENCUENTROS CON FAMILIAS

Nuestra mirada al niño y a la niña es de un profundo respeto y el acompañamiento en la crianza, que sugerimos y que desarrollamos, tiene que ver con este respeto. Pero respetar no significa abandonar al niño a sus propios impulsos y deseos, sino que supone ofrecerle un marco que le ayude a estructurar y a orientarse en la vida cotidiana.

Desde el punto de vista de la consideración del niño y la niña como un sujeto de derechos, nunca está justificado tratarle como un objeto, y ponerle en el lugar de satisfacer las necesidades del adulto y no las suyas propias. El niño y la niña son “personas que sienten, observan, recuerdan, comprenden las cosas, o las comprenderá si se le ofrece la oportunidad” (Falk J.)

En este sentido la palabra tiene un gran valor, la anticipación de lo que vamos a hacer con él para que se prepare, la explicación de lo que está haciendo, la significación de sus gestos… porque la palabra es lo más propiamente humano.

La niña y el niño son seres sociales, son personas en relación desde el momento del nacimiento. Tienen el equipamiento biológico suficiente para conectar y contactar con el adulto, porque necesita a otro que le aloje para construirse como ser humano. Necesitan, por tanto, establecer un vínculo afectivo con sus adultos de referencia para que a través de la interacción se ponga en marcha el desarrollo.

El adulto no solo ama al niño/a y le sostiene en sus brazos, pues el bebe necesita ser escuchado tanto su “no palabra”, como sus gestos, sus movimientos… y que estos adultos significativos se adapten a sus necesidades. Pero la primera dificultad es conocer cuáles son las auténticas necesidades de los niños y niñas.  A veces los adultos en nuestro afán de quererlos y protegerlos nos apropiamos de ellos. Aquí vamos a tratar de descubrir algunas de estas necesidades.

Conocemos por muchos autores que se han ocupado del desarrollo, que éste se pone en marcha a partir de una “suficientemente buena” interacción de cada criatura con su entorno.

Lo más importante que tienen que hacer los niños y niñas en sus primeros años de vida es conocerse a sí mismos, SABER QUIÉN ES ÉL, DIFERENCIARSE DEL OTRO Y REGISTRARSE A SÍ MISMO:  saber dónde están sus límites, que puedan hacer, que no pueden hacer, probarse y ponerse en juego (Wagner, E.)

Para esta gran tarea los consideramos personas activas con capacidad de autonomía, la que tiene en cada momento. No son seres DEPENDIENTES DEL ADULTO. Son personas que saben, que pueden, que son competentes con las competencias que tienen en cada momento de su desarrollo.

Pero para conocerse necesitan ponerse en acción, y en acción autónoma porque si les decimos lo que tienen que hacer, como tienen que jugar, les distraemos de su “sí mismo”, conocerán lo que quieren los adultos de ellos pero no lo que quieren ellos mismos.

Desde la mirada de la psicología genética, Emmi Pikler, Malaguzzi, Montessori, y las neurociencias se ha puesto de manifiesto lo importante que es la acción porque es a partir de ella como construyen el pensamiento y se construyen a sí mismos. El desarrollo en cada niño/a sigue su propio ritmo, lo que necesitan es que los adultos les demos tiempo, y no nos inquietemos con el “todavía no” ¿porque no cambiamos la mirada hacia el “ya si”?

Necesitan que los adultos comprendamos que no solo se construyen en la presencia total de sus figuras de referencia, sino que necesitan espacios de acción autónoma para que se sientan autores, para que puedan pensar. Los momentos intensos de interacción con el adulto les seguriza y esta seguridad les permite salir al mundo.

“La elaboración de los proyectos de acción es la manera que el niño/a pequeña/o tienen de pensar. Si le anulamos la posibilidad de organizar proyectos propios interferimos en su libertad de pensamiento (Beneito, N.)”

Otra de los principios que van a estar presentes en los Encuentros con Familias tiene que ver con la concepción del aprendizaje como fruto de la maduración interna. Aprender es una acción que se realiza en el interior de cada sujeto a partir de lo que tiene maduro, porque MADURACIÓN PRECEDE A APRENDIZAJE. Por tanto, no compartimos las prácticas de estimulación ajenas al interés y momento de desarrollo de cada niña y niño. Desde nuestra mirada eso es “entrenamiento”, y como nuestra mirada es considerarlas personas ACTIVAS y no REACTIVAS , no creemos que haya que entrenarlas.

Nuestra perspectiva es respetuosa con los aprendizajes desde la comprensión de que el niño y la niña aprenden lo que pueden aprender según la madurez actual, no lo que el adulto desea.

Tenemos la obligación de desear cosas buenas para nuestros/as hijos/as. Pero los niños y niñas son libres de ser quienes son. Algunas veces coincidará con los deseos de los adultos y otras no tanto.