Qué hacer ante los mordiscos

qué hacer ante los mordiscos

QUÉ HACER ANTE LOS MORDISCOS LOS ADULTOS

¿TENEMOS QUE PERMITIR QUE LOS NIÑOS Y NIÑAS SE MUERDAN? NO

  • NO ES ADECUADO QUE PENSEMOS que es un acto en el que el niño que muerde quiera intencionadamente HACER DAÑO. No hay una víctima y un verdugo. Nos tenemos que preguntar ¿Qué está diciendo el niño/a con el mordisco?, ¿en qué situación ha sido? Para intentar comprender porque probablemente los niños y niñas de esta edad (de 1 a 2 años) no establecen una relación entre el morder y el dolor ajeno. Muchos niños de esta edad todavía no entienden cómo compartir las cosas o que el contacto físico puede causar dolor, y necesitan aprender otras maneras de comunicarse aparte de morder.
  • Vivirlo como un momento de su evolución en el desarrollo, sabiendo que evoluciona, que con la conquista del lenguaje, puede jugar libre y tranquilamente. No dramatizar. No mostrar al niño/a que nos afecta muchísimo, nos enfada, que nos hace estar muy pendiente de él, porque estaremos reforzándole sin querer esta acción. Buscará llamar nuestra atención a través de este recurso.
  • No debemos culpabilizar a los niños/as que han mordido. Comprender la necesidad del niño/a pero tratar de ayudarle para que busque otras maneras de expresión.
  • No permitir en la medida de lo posible, cuando ocurre ambos niños tienen que entender que eso no se lo podemos permitir, pero esto no garantiza que no vaya a ocurrir. Porque la necesidad del niño/a es muy fuerte. Es un proceso de acompañar expresando siempre lo mismo (p.e. “los mordiscos duelen y tu con tu boca puedes hacer daño, o también puedes dar besos, si necesitar morder te puedo ofrecer…” para que vaya pudiendo interiorizar otras formas de resolver conflictos, expresarse,…
  • Ofrecer apoyo y consuelo a ambos niños el mordedor y el mordido porque ambos necesitan la atención del adulto. El mordido necesita el consuelo y reconocimiento de sus sentimientos, de su dolor por parte del adulto y, el mordedor necesita orientación para convertir ese deseo de morder en una acción socializante.
  • Hacer una observación de los momentos en los que el niño/a siente el deseo de morder. Y tratar de anticiparnos, pero no siempre es posible. Es muy importante PONER PALABRAS a esa situación, “tienes hambre, tienes sueño, o veo que estás hoy muy irritado”, y ofrecerle la alternativa correspondiente. Poniendo palabras propiciamos que los niños y niñas vayan comprendiendo sus sentimientos y emociones y busquen otras maneras de expresión.
  • Orientar al niño hacía el juego y la comunicación, con una oralidad respetuosa, sin lastimarse ni lastimar. Pero para eso es necesario no juzgar a los niños/as. No transmitir un mensaje de que es “malo”, de que no sabe, … un mensaje de una imagen negativa de su persona, de sus actuaciones. No gritarle, no regañarle, ni hacerle sentir que no le aceptamos. No frustrar su deseo de utilizar la boca para chupar o morder los objetos.
  • Explicar de manera tranquila, sosegada los efectos de su acción, MORDER DUELE, hace daño, y darle alternativa, “puedes utilizar tus dientes para morder pan, manzana…” “entiendo que tengas ganas de morder y para eso te voy a ofrecer una galleta, una trozo de manzana…” porque no te puedo permitir que muerdas a los otros niños y niñas porque yo estoy aquí para cuidar de ti, de que no te lastimen y que tú tampoco lastimes.
  • Orientar esa oralidad hacía lo positivo, mostrarle como con la boca puede expresar afecto a los demás y darle un beso. Pero somos los adultos los que podemos compensar esa situación, no sería positivo empeñarnos en que los niños y niñas protagonistas del conflicto, se den un beso. Porque las expresiones de perdón y de cariño no pueden ser impuestas, obligarles a darse un beso no repara los sentimientos de ninguna de las partes. El mordido está enfadado y puede ser que no quiera un beso, y el mordedor puede no entender porque se ve obligado ha hacer eso.
  • Permitirle y proponerle actividades de transformación en el juego: desarmar, desordenar, lanzar, empujar,… En estas acciones el niño se siente autor de esas transformaciones.
  • Si es nuestro hijo/a el mordido, no pensar que es una “víctima inocente” del maltrato por parte de los otros niños y niñas. Está en el mismo proceso de desarrollo que los demás y puede en algún momento sentir esa misma necesidad. Y tendremos que comprenderle y escucharle.

ACTUACIONES DE CARÁCTER GENERAL QUE FAVORECEN EL CONTROL DE MORDER

  • Permitirles márgenes de acción autónoma y de movimiento libre, es decir que los niños y niñas puedan estar en un entorno preparado para ellos, libre de peligros en el que puedan desarrollar acciones de exploración y transformación del entorno (apilando los objetos, reordenando,…). Para ello es necesario poner a su alcance objetos y materiales que permitan estas acciones (botes, cajas, cubos pequeños, materiales para llenar y vaciar (piedras, pinzas de la ropa, pelotas pequeñas, …) y no solo los “juguetes didácticos” que le ofrecen una única posibilidad de acción.
  • Ofrecer a los niños y niñas tiempo y espacio para expresar sus necesidades y deseos en todas las áreas de la vida para vivir su competencia y esto les devuelve un sentimiento que les habla de su capacidad de influir en los otros y la seguridad de que los otros le escuchan.
  • Permitirles tiempos de jugar solo y feliz, no estar permanentemente acompañando su juego, necesita construir sus propios espacios de juego, sin nuestra presencia directa.
  • Tratar de poner LÍMITES claros, ofreciendo alternativas. Los niños van teniendo conciencia de lo que pueden hacer y lo que no pueden a través de los límites que les ponemos los adultos. Los límites son balizas, señales que les indican a los niños y niñas que por ahí no pueden pasar, pero que los integren en su comportamiento va a depender de cómo lo hagamos los adultos. Poner límites es una tarea difícil que los adultos tenemos que aprender.
  • Ofrecer confianza y seguridad pero sin sobreproteger, los niños y niñas tienen que hacer sus propias experiencias y desarrollar estrategias personales para resolver los pequeños conflictos. Si se SOBREPROTEGE SE GENERA DEPEDENDENCIA. Niños y niñas que no si no está el adulto de referencia no toman iniciativas.
  • Ofrecer reconocimiento a sus sentimientos y emociones en cualquier circunstancia. Escuchar lo que nos dice, por ejemplo: si se cae y llora no podemos decir “no pasa nada”, reconocerle que se ha hecho daño y que estamos para consolarle.

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