El Movimiento Libre

Movimiento libre

¿Qué APORTA A LOS NIÑOS Y NIÑAS EL MOVIMIENTO LIBRE? ¿Por qué ES IMPORTANTE NO INTERVENIR DIRECTAMENTE EN EL MOVIMIENTO DE LOS NIÑOS Y NIÑAS? ¿ Es que se han puesto de moda los autores como Pikler, Agnes Szanto… que promueven el movimiento libre? ¿Por qué  preocuparse tanto de este aspecto del desarrollo si de todas formas van a caminar, desplazarse, sentarse…?

No creemos que sea una moda, es que como acompañantes del desarrollo de los niños no sólo importa QUÉ HACEMOS, sino CÓMO LO HACEMOS.

Emmi Pikler y Wallon coinciden en que la motricidad no es un hecho biológico exclusivamente, sino que es un fenómeno relacional, es la puesta a prueba de la propias capacidades, la búsqueda del otro, es el placer del encuentro y la alegría de la separación, es la base de la organización de la inteligencia, esto sólo se produce a partir de la emoción. Lo biológico y lo social desempeñan un papel decisivo en el desarrollo” Noemí Beneito

El movimiento libre favorece el crecimiento de niños más autónomos, con más conciencia de sí mismos y de sus posibilidades, más críticos, el adulto no les dice lo que tienen que hacer, no les moviliza o inmoviliza, no impone posturas, pueden desarrollar y desplegar sus posibilidades en el aquí y en el ahora, sin prisas, respetando sus tiempos en el desarrollo postural.  Obedeciendo a su deseo interno de conocer y conocerse, de hacer haciéndose.

¿Qué descubrimos cuando permitimos a un bebé ser autónomo, a un bebé en libertad?

  • Niños tranquilos y atentos, capaces de sostener la continuidad de una acción, sin necesidad de ser estimulados para ello.  
  • Bebés con iniciativa, buscan lo que les interesa, y desarrollan una mayor capacidad de manipulación de los objetos, mejor coordinación visomanual,  porque un niño acostado sobre la espalda como primera posición, realiza todos los movimientos de los miembros superiores desde el hombro y esto favorece la manipulación. No dependencia del adulto en el juego.
  • Mejor nivel de comunicación porque son niños serenos, tranquilos, concentrados en su acción. Pueden esperar, entienden una mirada, una palabra del adulto.
  • La conquista de su desarrollo postural de manera personal, aseguradora, no se ponen en peligro, son conscientes de sus límites, prueban y cuando sienten el dominio corporal equilibratorio se lanzan.

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¿Qué ocurre con los niños y niñas en los que los adultos han intervenido en la conquista de sus posturas?

  • Niños a los que se les ha sentado antes de que pudieran sentarse por sí mismos: son criaturas atrapadas en la postura porque no pueden deshacerla, esto les produce una situación de angustia, una vivencia de no sentirse competentes y de dependencia de los adultos. Es el adulto el que tiene que movilizarles porque todavía ni su esqueleto, ni su musculatura está preparada para sostenerle, pudiéndose producir una “cifosis” en la espalda.  
  • Sin embargo no está pudiendo desarrollar las competencias que si tiene en ese momento: pasar de la posición boca arriba, a la de costado y volver a la inicial, voltear, pasando de la posición ventral a la dorsal, reptar sobre el vientre… Con estas posiciones va desarrollando la percepción de su propio cuerpo, sus puntos de apoyo y va desarrollando su musculatura.
  • Niños que caminan por el empeño adulto: criaturas a las que se ha puesto prematuramente de pie, los adultos las llevan de los dedos, las sueltan para que caminen cuando todavía el desarrollo del equilibrio no les permite realizar esas acciones y se sienten profundamente inseguros, porque no son capaces de controlar su cuerpo. La inestabilidad en las posturas les provoca ansiedad, angustia, miedo, inseguridad, inhibición del pensamiento, siente la imperiosa necesidad de recuperar el equilibrio.

 

EL ACOMPAÑAMIENTO DEL ADULTO

  • ¿Qué necesidad de poner a los niños en una situación de una vivencia desagradable, que les provoca inseguridad?¿Por qué tenemos tanta prisa los adultos en que crezcan los niños? ¿Por qué no podemos respetar sus tiempos? Hay un sabio refrán japonés que dice “Los árboles no crecen tirándolos de las hojas”, la naturaleza  nos enseña el camino favorable que se puede recorrer para acompañar a los niños y niñas en su proceso de desarrollo.
  • Desde nuestra posición acompañar es permitir que el niño desarrolle sus propias estrategias, porque esto será lo único que le permitirá el conocimiento de si, del otro, del entorno, y  uso ajustado de sus capacidades reales.
  • Dar valor a su actividad autónoma no significa DEJAR SOLO A UN BEBÉ, sino permitirle que a partir de su propia iniciativa genere cada vez más actividad libre y que ella sea la fuente de la estructuración psíquica y física. Cada gesto, cada movimiento voluntario le permite reconocerse, pensarse, pensar en los otros, pensar en aquello que le falta y salir a la búsqueda de lo que le interesa.
  • Acompañar es también “AFINAR LA MIRADA PARA FASCINARNOS AL SER TESTIGOS DEL SER, ESTAR Y HACER EN EL MUNDO DE UN NIÑO”. Observar la curiosidad de un bebé puede ser apasionante y es allí cuando aprendemos que un bebé no necesita ser enseñado, aprende por sí mismo y esto será lo que le brinde la seguridad interna.

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